Reuniones familiares para la resolución de conflictos

por Aletha Solter, Ph.D.

Traducción español por Laura Díaz de Entresotos (www.awareparenting.es).

Versión inglés: Family meetings for conflict resolution

Publicado originalmente en la revistar Mothering Magazine en 2003.

 

consejos para las reuniones familiares

 

"¡Si no dejas de hacer eso, voy a ponerlo en la agenda!"

Cuando un día escuché a mi hija de diez años gritar esto a su hermano adolescente, me di cuenta de la importancia que habían adquirido nuestras reuniones familiares semanales. Recomiendo encarecidamente las reuniones familiares a los padres que quieran ser menos autoritarios con sus hijos sin volverse demasiado permisivos. Las reuniones semanales ofrecen un foro en el que los miembros de la familia pueden resolver los conflictos de una manera verdaderamente democrática. Cualquiera puede plantear un problema, y todos participan en la búsqueda de soluciones y en la elaboración de normas. Las reuniones familiares pueden funcionar bien con niños incluso a partir de cuatro años.

Cómo empezar

Una buena manera de empezar a tener reuniones familiares es proponer un horario de reunión regular y semanal. Nuestra familia se reunía una noche concreta cada semana durante la cena. Si no podíamos estar todos juntos ese día, intentábamos fijar otro momento de la semana para la reunión. Se puede utilizar la primera reunión para discutir la estructura de las futuras reuniones, así como el proceso de toma de decisiones.

Es importante tener un orden del día escrito. En nuestra familia, pegamos una hoja de papel en blanco en la puerta de la nevera, donde los miembros de la familia escribían los temas que querían discutir, junto con sus nombres. Así se convertía en el orden del día oficial de la siguiente reunión. (Los niños demasiado pequeños para escribir pueden dictar los puntos del orden del día o hacer un simple dibujo). Las reuniones funcionan mejor si nadie añade ningún punto a la agenda una vez iniciada la reunión. Para que las reuniones se desarrollen sin problemas, es necesario que haya un presidente y un secretario. Estas responsabilidades deben cambiar cada semana para que cada miembro de la familia tenga la oportunidad de participar en el liderazgo; tan pronto como los niños tengan la edad suficiente para realizar estas tareas, deben tener su turno. El trabajo del presidente consiste en asegurarse de que cada punto de la agenda se trate en orden, en asegurarse de que nadie interrumpa a la persona que habla y en mantener la discusión sobre el tema en cuestión. El trabajo del secretario consiste en escribir las decisiones tomadas.

Dar las gracias es una forma maravillosa de comenzar las reuniones. El presidente puede comenzar preguntando si alguien quiere agradecer a otro miembro de la familia algo específico que la persona haya hecho durante la semana. En nuestra familia, a veces había muchos agradecimientos y otras veces muy pocos. Por ejemplo, en una ocasión agradecí a mis hijos que me ayudaran haciendo tareas extra cuando estaba enferma. En varias ocasiones nos dieron las gracias a mi marido y a mí por ayudarles con los deberes.

Después de los agradecimientos, es útil tener un momento para anuncios en el que los miembros de la familia se comunican entre sí, por ejemplo, si tienen previsto ausentarse para una comida o salir por la noche durante la semana siguiente. Esto es cada vez más importante a medida que los niños crecen y participan en numerosas actividades.

Después de los anuncios, el presidente puede seguir el orden del día escrito, abordando cada punto en orden. Algunas familias pueden decidir un límite de tiempo para la reunión, mientras que otras pueden pensar que es más importante terminar de discutir cada punto de la agenda. En cualquier caso, las reuniones deben tener un final definido; es divertido terminar con un postre especial o un pequeño juego, si el tiempo lo permite.

El orden del día: particularidades del contenido de las reuniones

He aquí algunos ejemplos de conflictos que discutimos en nuestra familia: el uso del baño, las tareas domésticas, la lectura en la mesa, la desaparición de los lápices del cajón de la cocina, dejar las luces encendidas, entrar en las habitaciones de los demás sin llamar, el desorden en el salón y el uso del sofá del salón. Todos estos problemas los solucionamos durante las reuniones familiares, para satisfacción de todos.

A veces, los padres que me consultan informan de que sus hijos se resisten al principio a la idea de las reuniones familiares, pensando que se trata simplemente de un nuevo truco para conseguir que los hijos hagan lo que los padres quieren. Cuando esto ocurre, aconsejo a los padres que restrinjan los puntos del orden del día de las primeras reuniones a temas agradables que no tengan carga emocional, como la planificación de un viaje familiar o la discusión de cómo celebrar un cumpleaños cercano. Incluso después de que las reuniones sean una rutina bien aceptada, recomiendo utilizarlas no sólo para los conflictos, sino también para temas neutrales.

También es importante animar a los hijos a utilizar el formato de reunión para los problemas que tengan con sus padres, o para abordar situaciones en las que sientan que no se satisfacen sus necesidades. En una ocasión, mi hijo sacó a relucir un problema que tenía con que pusiéramos música en el salón mientras él intentaba hacer los deberes, así que mi marido y yo acordamos no poner música mientras él estudiaba. Un año después, cuando adquirió una batería, se mostró muy dispuesto a encontrar una solución cuando en una reunión familiar le dijimos que el ruido nos molestaba. La solución a la que llegamos fue que sólo tocaría la batería cuando estuviera solo en casa.

En la mayoría de las familias, las discusiones sobre las tareas suelen ocupar buena parte del tiempo de la reunión, al menos al principio. Para empezar con esto, es útil aprovechar una reunión para hacer una lista de todas las tareas que hay que hacer a diario, cada semana y cada mes. Asegúrese de incluir en esta lista todas las tareas que los adultos realizan y que, de otro modo, se darían por descontadas, como ganar dinero, pagar las facturas y hacer la compra. Una forma de repartir las tareas es pedir voluntarios que se encarguen de cada una de ellas. Después de llegar a un acuerdo, alguien puede redactar una lista de tareas individual para cada miembro de la familia.

Otra forma de asignar las tareas es rotarlas sistemáticamente entre los miembros de la familia cada semana o mes, o distribuirlas al azar en cada reunión. Hay muchas soluciones creativas, y cualquier sistema que acuerde tu familia será el que funcione mejor. Sea cual sea el sistema que utilicéis, es de esperar que algún aspecto de las tareas vuelva a aparecer en la agenda de las reuniones familiares. Esta negociación continua, aunque lleve tiempo, es importante para el éxito del proceso democrático. La idea es fomentar en los niños un sentimiento de cooperación y la voluntad de hacer su parte porque son parte de la familia. El uso de un sistema de recompensas externo socavaría este objetivo. No es necesario pagar a los niños para que hagan las tareas.

Una vez que tus hijos aprendan que tomarás en serio sus problemas, los escucharás con respeto y utilizarás la mediación de forma justa, empezarán a usar la hoja de la agenda para anotar los problemas que tienen con sus hermanos. Si a un niño le molesta algo que ha hecho un hermano, aprenderá a escribirlo en la hoja de la agenda, sabiendo que el problema se tratará de forma equitativa en la siguiente reunión. Esto puede evitar que los conflictos se conviertan en grandes peleas.

Es importante que tomes en serio todos los puntos de la agenda de tus hijos, por muy triviales que parezcan. Mi hija escribió una vez la palabra "eructos" en la agenda. En la siguiente reunión, explicó que le molestaban los fuertes eructos de su hermano. él le contestó que todo el mundo tenía derecho a eructar y que ella hacía muchas cosas que le molestaban, como mascar chicle en voz alta con la boca abierta. (¡En ocasiones las reuniones pueden ser muy animadas!) Finalmente llegaron al siguiente acuerdo: él prometió dejar de eructar ruidosamente si ella aceptaba mascar chicle con la boca cerrada. Nunca más volvieron a tener problemas con este tema.

Después de haber celebrado reuniones familiares durante varios meses, es posible que alguna semana llegue el día de la reunión y no haya nada en el orden del día. Cuando esto ocurría en nuestra familia, siempre celebrábamos la reunión de todos modos, para expresar agradecimiento y hacer anuncios, porque mis hijos nunca querían saltarse una.

Alcanzar el consenso

Recomiendo que se busque el consenso en lugar de la votación, porque vale la pena encontrar soluciones con las que todos estén contentos, aunque esto requiera más tiempo. Consenso significa que cada solución debe contar con el 100% de acuerdo entre todos los miembros de la familia antes de pasar al siguiente punto del orden del día. Cuando sea difícil llegar a un consenso sobre un tema concreto, el presidente puede preguntar si todos están de acuerdo en poner fin a la discusión, pero que ese tema sea el primero en el orden del día de la siguiente reunión. Tal vez sea posible llegar a un consenso sobre una solución de compromiso. En nuestra familia, nadie quería la responsabilidad de limpiar la bañera cada semana. Parecía que no había solución a este problema, así que sugerí que limpiáramos la bañera sólo cada dos semanas, y que nos turnáramos. Todo el mundo aceptó esta solución de compromiso, y mis hijos limpiaron de buen grado la bañera cada dos meses, cuando les tocaba.

El consenso también es difícil de alcanzar cuando un punto de la agenda es un conflicto de valores más que un conflicto de necesidades. Si piensas que el pelo de tu hijo es demasiado largo, o no te gusta la elección de amigos de tu hija, es importante que te des cuenta de que esos son conflictos de valores, y que el comportamiento de tu hijo no interfiere con ninguna de tus propias necesidades. Que tu hijo haga o no los deberes o se coma el brócoli también son conflictos de valores. Otro es que te moleste el desorden de la habitación privada de tu hijo (una excepción podría ser si estás intentando vender tu casa y quieres que tenga un buen aspecto para los posibles compradores). Cuando el comportamiento de tus hijos no tiene un efecto tangible sobre ti, será muy difícil conseguir su cooperación para cambiar ese comportamiento. Por lo tanto, te recomiendo que restrinjas el orden del día de tus reuniones familiares a cuestiones que tengan un efecto tangible sobre ti, como los problemas de ruido, el uso de la televisión o del coche familiar, la ayuda en las tareas y el desorden en las zonas comunes de su casa.

Cuando los padres me preguntan cómo pueden influir en sus hijos para que adopten buenos valores, les respondo que la forma más eficaz de compartir tus valores es modelarlos en tu propia vida. Al utilizar un enfoque de disciplina democrático y abstenerse de todo método autoritario, como castigos o recompensas, es más probable que tus hijos adopten tus valores personales, porque te respetarán. Sin embargo, es importante darse cuenta de que algunos de sus valores pueden ser diferentes a los tuyos. Por ejemplo, a mí me gusta tener mi habitación limpia y recogida. Aunque mi hija, al igual que yo, mantenía su habitación bastante ordenada, mi hijo no. Al final decidí que no era asunto mío.

Seguimiento

Una de las ventajas de las reuniones familiares es que eliminan la necesidad de reñir a nadie. Si no se sigue una solución durante la semana, la persona que se da cuenta de ello puede simplemente volver a escribir el punto en el orden del día. En la siguiente reunión, la familia puede discutir las consecuencias de no seguir las normas acordadas hasta llegar a un consenso al respecto.

Yo tenía el problema de que mis hijos dejaban los zapatos, las chaquetas, las mochilas, los libros y los juguetes en el salón, así que escribí "cosas en el salón" en el orden del día. En la siguiente reunión di un claro "mensaje yo" describiendo mis sentimientos, en lugar de una crítica a su comportamiento. Dije que ese desorden me molestaba, que me avergonzaba cuando los amigos venían a visitarme y que tenía miedo de tropezar. Pedí la ayuda de todos para encontrar una solución. Mis hijos respondieron que estaban muy cansados después de la escuela y que no querían caminar hasta sus habitaciones para guardar sus pertenencias. Tras muchas discusiones, finalmente llegamos al acuerdo de que podían dejar sus pertenencias en el salón cuando volvieran del colegio, pero que las guardaran a la hora de la cena cada día.

Esto funcionó muy bien al principio, pero después de una semana, mis hijos empezaron a olvidarse de guardar sus cosas antes de la hora de cenar. En lugar de regañarles, simplemente lo volví a anotar en la agenda. En la siguiente reunión, me pidieron que se lo recordara, pero les contesté que no me gustaba regañar a nadie. En su lugar, sugerí que podíamos tener algún tipo de recordatorio no verbal. Mis hijos habían acordado previamente turnarse para poner la mesa, así que uno de ellos propuso que quien pusiera la mesa pusiera algo en el lugar de quien hubiera dejado un desorden en el salón. Al final se nos ocurrió la idea de, simplemente, poner el plato de la persona boca abajo como un suave recordatorio de que esa persona no podía comer hasta que recogiese el desorden. Todos estuvimos de acuerdo.

Un día, poco después de esta discusión, mi hija se dio cuenta de que su hermano se había dejado los calcetines sucios en el salón, y puso alegremente su plato boca abajo. Otro día, me sorprendí al ver mi propio plato al revés, y me di cuenta de que había dejado algunos paquetes en el suelo del salón. Es importante recordar que las consecuencias se aplican tanto a los adultos como a los niños. No tuvimos más problemas con este asunto, y seguimos utilizando este recordatorio hasta que mis hijos se fueron a la universidad.

Las consecuencias nunca deben aplicarse sin consenso. De lo contrario, el sistema volverá a caer en un enfoque autoritario, y los niños se volverán resentidos y rebeldes. Merece la pena dedicar tiempo y esfuerzo alcanzar soluciones de mutuo acuerdo, porque los niños suelen estar bastante dispuestos a seguir las normas y a aceptar las consecuencias que ellos mismos han ayudado a elaborar.

Ventajas de las reuniones familiares

Las reuniones familiares tienen muchas ventajas. Los agradecimientos ayudan a mejorar la autoestima y contribuyen a la cohesión familiar. Por lo general, las peleas y discusiones entre hermanos disminuyen, y se puede abandonar toda forma de castigo, recompensa y regañina. Las reuniones familiares también fomentan el sentido de la responsabilidad y la cooperación mutua. Me sorprendió gratamente un día que mi hija decidió, espontáneamente, organizar uno de nuestros cajones de la cocina, aunque nunca habíamos hablado de esta tarea en una reunión familiar.

Los efectos a largo plazo de las reuniones familiares también son numerosos. Los padres que educan a sus hijos con un enfoque de disciplina democrático y la atención a los sentimientos y necesidades de los niños, suelen descubrir que sus hijos no necesitan rebelarse durante la adolescencia. La relación entre padres e hijos sigue siendo de respeto mutuo, y cada uno está dispuesto a satisfacer las necesidades del otro. En nuestra familia, hemos tenido menos conflictos durante la adolescencia de nuestros hijos que cuando eran más jóvenes. Por último, a través del propio proceso, los niños aprenden valiosas habilidades de comunicación, mediación y resolución de conflictos, adquiriendo experiencia de primera mano con un verdadero sistema democrático. Son habilidades que pueden utilizar durante toda la vida.

Aletha Solter

Aletha Solter es una psicóloga del desarrollo americana y suiza y fundadora del Aware Parenting Institute. Es reconocida internacionalmente como experta en apego, trauma y disciplina no punitiva.

Aware Parenting es una filosofía de crianza que tiene el potencial de cambiar el mundo. Basada en investigaciones y conocimientos de vanguardia sobre el desarrollo infantil, Aware Parenting cuestiona la mayoría de los supuestos tradicionales sobre la crianza de los hijos y propone un nuevo enfoque que puede cambiar profundamente la relación de los padres con sus hijos. Los padres que siguen este enfoque crían a niños brillantes, compasivos, competentes, no violentos y libres de drogas.

Se puede encontrar una descripción de esta filosofía de la educación en los libros de Aletha Solter. Cinco libros han sido traducidos al castellano y publicados por la editorial Medici (Omega) de Barcelona. Los títulos son:

 

The Aware Baby in Spanish
Mi bebé lo entiendo todo
(The Aware Baby)
Cooperative and Connected in Spanish
Mi niño lo entiende todo (nueva edición)
(Cooperative and Connected)
Tears and Tantrums in Spanish
Llantos y rabietas
(Tears and Tantrums)
Attachment Play in Spanish
Juegos que unen
(Attachment Play)
Healing Your Traumatized Child in Spanish
Ajuda a tu hijo a curarse del estrés y el trauma
(Healing Your Traumatized Child)

Un libro aún no han sido traducido al español: Raising Drug-Free Kids.

 

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Nota: Esta información no debe ser utilizada como substituto de un dictamen o tratamiento médico. Si se sospecha la existencia de algún problema médico, los padres deberían consultar con un profesional de la salud.